EL FALSO NACIONALISMO

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Para elegir al sustituto de Calderón Sol en la presidencia de la Republica, los grupos de poder en el partido ARENA tuvieron una pugna interna.  Por una parte estaba el grupo del presidente Calderón Sol que había perfilado a Juan Jose Domenech para la candidatura.  Por otra parte estaba Francisco Flores, el escogido de Alfredo Cristiani.  Flores, hasta antes de su designación como presidente de la Asamblea Legislativa en 1997, era un desconocido personaje que había servido como funcionario público sin figurar demasiado en el medio político.  La apuesta la ganó Cristiani y se designó a Francisco Flores como el candidato a la presidencia en 1999.


Durante la presidencia de Flores muchos de los amigos de promoción de la Escuela Americana sirvieron como funcionarios públicos.  Uno de ellos, Miguel Lacayo, no desaprovechó su designación para enriquecerse, a diferencia de la mayoría de funcionarios del partido ARENA, sin necesidad de realizar figuras oscuras de corrupción.  El entonces ministro de economía autorizó una salvaguarda para que componentes utilizados en la fabricación de baterías ingresarán al país libre del pago de aranceles.  Él era el propietario de la fábrica de baterías Record.  ¿Se recuerdan de esa empresa?  La misma  que causó la contaminación ambiental en el Sitio del Niño, La Libertad, y que posteriormente se declaró en insolvencia y traspasó sus activos a otra empresa familiar nombrada como Diparvel, la cual no tuvo que pagar absolutamente nada en indemnización.  Este amigo íntimo de Flores además formaba parte de los impulsores de la reforma de salud que sería aprobada en el 2003, la cual se habría llevado a cabo de no ser por la fuerza opositora que impusieron los movimientos populares.  Esa fallida reforma te la contaremos más adelante.

El negocio de la dolarización


Siguiendo el modelo neoliberal al pie de la letra y ya privatizados los servicios bancarios, el sector eléctrico y las telecomunicaciones, era hora de imponer el sueño del teórico de la derecha nacional y asesor financiero de la oligarquía, Manuel Enrique Hinds: Dolarizar la economía.

El partido que se vende como el gran defensor del nacionalismo nacional, al punto de repetir la frase de su líder: PRIMERO EL SALVADOR, SEGUNDO EL SALVADOR Y TERCERO EL SALVADOR, no mostró ninguna objeción al plan dolarizador que eliminaría la moneda nacional, el colón.  ¿Por qué no mostraron objeciones?  Porque la dolarización beneficiaría a los banqueros, les eliminaría el riesgo cambiario y de la noche a la mañana les convertiría todos sus activos a moneda extranjera.  ¡Una bendición para todo banquero!  Se quintuplicaron sus activos.



Por otra parte el Estado salvadoreño resultaría el gran perdedor.  Al carecer de la capacidad de emitir moneda propia (el colón), se perdía la política monetaria; un instrumento de política económica del que se vale todo Estado moderno para manejar su economía.  La otra herramienta que le queda al Estado para hacer frente a los desajustes de la economía es la política fiscal, que no es nada más que buscar ingresos y gastarlos.  Esa es la única manera que tiene el Estado salvadoreño para incidir en la economía, gastar más para inyectar dinero a la economía, pero para eso debe recolectar más o gastar menos.  Todo un problema se generó con la dolarización, problema que lo pagamos todos los salvadoreños y que lo seguirán pagando nuestros hijos.  Los grandes beneficiarios de esa medida fueron los banqueros.  ¿Preguntas que cómo están ellos?  ¡Felices!  Vendieron los bancos y recibieron más de 4 mil millones de dólares.  Por si eso no fuera suficiente, no pagaron impuestos sobre sus ganancias y se llevaron su plata a bancos extranjeros.  A ellos poco les importa la situación de los salvadoreños; ellos son como las plagas: van, arrasan con todo y se marchan.  Se llevan su familia al extranjero y viven a donde les da la gana.  Si queda algo en el país por lo que haya que regresar, seguro regresán, y por eso quieren regresar.  El Estado es y ha sido su banco, su fuente principal de riqueza.

La vida en el extranjero


El sueño de todo padre oligarca salvadoreño es enviar a sus hijos a estudiar al extranjero, de preferencia Estados Unidos.  Con Francisco Flores no fue la excepción.  Fue alumno de las costosas universidades de Harvard, Estados Unidos y Oxford, Inglaterra.  Todo esto le permitió crear toda una red de contactos que, una vez fue presidente, se dedicó a visitar utilizando los fondos del Estado.  El expresidente Flores pasó 298 días fuera del país durante su mandato.  Casi un año de los cinco que dura la presidencia, se lo pasó viajando, visitando a viejos amigos o simplemente viviendo la vida como un rey.  Muchos de esos viajes fueron al principado de Mónaco para visitar al príncipe Alberto II, con quién había entablado amistad durante su tiempo de estudiante.  A esas visitas a la realeza europea era necesario mostrar toda la formalidad y corte diplomático.  Por eso el presidente Flores gastaba sumas enormes en comprar trajes de corte inglés, lo mismo que su esposa, Lourdes, que incluso tuvo que contratar un joyero privado para que le diseñara sus joyas.  Era una vida de rey.  ¿Con fondos propios?  ¡Qué va!  Todo por cuenta del Estado salvadoreño.  Viajes, comidas, vestuarios, hospedajes, joyas, recuerdos, TODO.


Tenía vocación de viajero, eso lo comprobó en su presidencia.  Si la hija del presidente del gobierno español José María Aznar se iba a casar, Francisco Flores tendría que estar allí.  El expresidente aceptaba toda invitación que se le hiciera al extranjero.  Con el ex presidente George W. Bush compartía la idea imperial de luchar en contra del terrorismo y se apuntó con tropas salvadoreñas para ir a Iraq y Afganistán.  En una visita que ese mandatario estadounidense hiciera a El Salvador, Flores, muy emocionado, compartió en público su alegría porque un presidente de Estados Unidos le llamara: Mi amigo.

Sin duda, Flores se sentía en el centro de la política mundial.  Se convirtió en un megalómano que soñaba convertirse en secretario general de la OEA y luego aspirar a más cargos internacionales en la ONU.  Estaba más pendiente de lo que sucedía afuera del país que la realidad misma que vivía el pueblo, el cual comenzaba a sentir la inflación provocada por la dolarización que encarecía todos los productos por el efecto redondeo.  Eso no lo importaba a Flores.  Era más importante la elección de la corbata para cenar con el príncipe de Mónaco que el sufrimiento popular.


Pero si el presidente estaba constantemente de viaje... ¿Quién se quedaba gobernando?  Siempre hay alguien dispuesto a convertirse en el nuevo rico de los ricos.  Juan Jose Daboub fue el administrador de la presidencia de Flores (Secretario Técnico).  En realidad era él quien ejercía la presidencia.  Todo lo que tenía que ver con cuentas nacionales pasaba por su aprobación.  Desde la administración de Calderón Sol, Juan José Daboub fue el encargado de privatizar la empresa estatal de telecomunicaciones ANTEL.  La famosa vaca lechera o la gallina de los huevos de oro de varios empresarios salvadoreños.  Por ese proceso recibió una generosa comisión con la que logró construir un pequeño palacete en residencial Las Piletas.

Privatización del sistema de salud


Otro de los grandes negocios que se escondían en la presidencia de Francisco Flores giraba en torno a la privatización de salud.  La familia Poma había recomendado a Ana Vilma de Escobar, esposa de Patricio Escobar, gerente de una de las empresas de esa familia, para que presidiera el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) con la única y exclusiva finalidad de montar un proceso irreversible de privatización de servicios de salud.  En este negocio participaría la familia Poma constituyendo una nueva empresa dedicada a brindar servicios de salud.  Para tal fin convertirían el hotel Intercontinental, ubicado frente al centro comercial METROCENTRO, en un hospital privado.  Ya todo estaba listo.  El hotel sería trasladado al nuevo edificio que se construiría frente a MULTIPLAZA.  Por parte de la empresa DIDEA se importaron un ciento de ambulancias, listas para entregar a la nueva empresa de salud.  Por otra parte, Miguel Lacayo, el ministro propietario de Baterías Record, importaría medicamentos genéricos de bajo costo para ser distribuidos en esos hospitales privados.  Al privatizar los servicios de salud, ya no tenían sentido los esquemas de compras por medio de licitación pública.  El capital privado decidiría a quién y qué comprar.


De no ser por la fuerza que mostraron los colectivos sociales en contra de esa medida, en este momento tendríamos, sin duda alguna, ese modelo instaurado en nuestro país. Otro negocio para ellos.  Negocio que no descartan de volver a la presidencia. Al menos el plan era llevar a Ana Vilma de Escobar como candidato presidencial en las elecciones de 2009. Ya todos sabemos el turbio proceso que al final eligió a Rodrigo Ávila y por el que la familia Poma mostró su disgusto. Ellos, la familia Poma, invirtieron para que Ana Vilma de Escobar fuera seleccionada como la candidata a la vicepresidencia durante el mandato de Saca, con la intención de pavimentarle el camino a la presidencia en el 2009 e instaurar el modelo privado de salud.  Pero chocaron con Saca y su elegido, Rodrigo Ávila. Posteriormente, en el 2012, lograron colarla en la listas para diputados en las elecciones y trataron, sin mayor logro, de promoverla por sobre Norman Quijano en la nominación para las elecciones del 2014.

La privatización de la salud es un negocio que buscan ejecutar por cualquier medio.  ¿Lo conseguirán?  Todo depende.  Si vuelven, si recuperan el gobierno en el 2014, sin duda lo harán.

Que la verdad sea para todos.

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