EL TRANSITORIO PUENTE DE LAS DISCULPAS SE QUEMÓ

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La pregunta que nos hemos estado realizado y que anda retumbando en la cabeza de la colectividad es: ¿Quiénes lloran por el desafuero de la ex diputada Ana Vilma y del posible desafuero del hasta ahora, diputado d’Aubuisson? La respuesta podría pensarse y responderse fácil diciendo: correligionarios o seguidores. Pero el espectro va más allá, hasta alcanzar a una estirpe que se ha venido vendiendo como defensores del estado de derecho y adalides de la democracia.


Leemos eventualmente a Joaquín Samayoa y en cada uno de sus escritos promulga por la defensa de las libertades y del fortalecimiento de la democracia. Lo curioso es que a pesar de ello, ha sido uno de los que se ha rasgado las vestiduras con el caso del desafuero de Ana Vilma. Lo mismo ha sucedido con Federico Hernández, personaje que se vende como intelectual de las letras, pero al saber de su vena tricolor, explica en buena medida que haga una defensa a ultranza de la ex diputada, a pesar que los hechos cometidos por ella son flagrantes delitos. El escándalo de estos será mayor cuando veamos al hijo del mayor d’Aubuisson desaforado. Ahí la histeria llegará a su ápice y el cañal se quemará, como se dice en buen vernáculo salvadoreño.


Ni que decir de Paolo Lüers... ¿Cuántas cartas ha escrito el alemán en contra de situaciones que según sus patrocinadores, no son convenientes para el país? ¿Cuántas de ellas, motivadas por el revanchismo, han buscado afectar a los que piensan diferente a sus mecenas? ¿Cuántas veces Paolo Lüers criticó los anónimos de la izquierda que ponían el dedo en la llaga, pero hace ojo pacho sobre el señalamiento infundado, la calumnia y la difamación en contra de Funes?


Se pueden tener diferencias políticas, ideológicas, religiosas y hasta deportivas. Pero hay situaciones que no necesitan del arbitrio, de la sapiencia o de la facultad para catalogarlas como reprochables. Abominables y execrables en contra del deseo de libertad y democracia fueron la inquisición de la iglesia católica, los casos de pederastas, el asesinato de los mártires jesuitas, el magnicidio de Romero y la verdadera persecución política que originó el conflicto armado en nuestro país con la bota militar. Pero según Samayoa, Hernandez y Lüers hoy por hoy ARENA y sus loras lloronas sufren de persecución política. ¡Por favor! Cuando los topan al cerco por sus malos pasos, recurren al drama y las lágrimas de cocodrilo. Recordemos mejor como es que se hacen las pantomimas escuadroneras. El mejor ejemplo lo ha dado el mismo hijín del mas grande psicópata asesino de la derecha política, patrocinada por la oligarquía troglodita:



Lo de Ana Vilma y Roberto es producto de una exacerbación de la campaña sucia electoral tricolor y que tomó proporciones que ni ellos imaginaron. Alguien los expuso más de la cuenta, ellos aceptaron y hoy deben pagar por esas decisiones. Estos que defienden a Ana Vilma y a Roberto, deben buscar en esa su falsa moralidad que los cobija, los asideros para que esos discursos que promulgan no les desvelen el sueño. Muy pocos les compran esos discursos trasnochados. ¡Lo que está a la vista no requiere lentes!

Ana Vilma difamó y obvió pedir disculpas. Ell mismo Roberto d’Aubuisson ha dicho que la de Escobar en modo alguno se disculpó con Funes o con el FMLN durante su proceso de desafuero. ¿Entonces cómo pretenden que se crucen puentes del entendimiento, sino participan de la creación de los cimientos de estos? El puente de la disculpa estuvo servido para que Ana Vilma lo tomara. ¿Entonces quién y porqué no decidió transitarlo?

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