En El Salvador estamos condenados de antemano a la mentira. A no saber con exactitud qué fue lo que pasó. A recibir apenas ligeros destellos de lo que podría considerarse verdad o cierto. A dar como válida la historia que nos ha contado la derecha mediática. A creer todas las noticias (falsas o tergiversadas) de los medios nacionales y sus editorialistas, quienes por regla general supeditan sus editoriales al poder del dinero y a la conservación del estatus quo. Se venden al mejor postor, y el mejor postor es el gran capital, en otras palabras los empresarios que se han beneficiado de la actividad del gobierno.
Los ciudadanos casi nunca, realmente nunca, volvemos la mirada a la historia. Pero no hablamos de cualquier mirada, sino una vista crítica, indagadora, que vaya más allá de las fechas importantes. Nadie se pregunta las causas que motivan los hechos históricos, nadie quiere saber qué pasó con los involucrados, si hubo o no justicia o, si por el contrario, y como sucede siempre, reinó la impunidad. ¿Cuántos casos de corrupción llevados a cabo por la derecha política fueron castigados por la justicia? ¿Cuántos? Muy pocos. Por no decir ni uno. Todo gracias a nuestro sistema de justicia, diseñado para proteger a los grandes empresarios y a sus tentáculos partidarios.
A nadie le interesa la memoria histórica, y más pareciera que los salvadoreños tenemos una vocación al olvido, a la amnesia. Sin embargo eso no es del todo cierto. A algunos nos interesa la verdad. La vivimos buscando. Sintonizamos la radio, programas de entrevistas, leemos periódicos y editoriales, y visitamos sitios web audaces en busca de un camino cierto. Buscamos la verdad. Pero el gran problema de la verdad radica en que es peligrosa para quien vive de la mentira, y por eso tiene sus defensores. Muchas personas se benefician de esa situación, especialmente los empresarios que protegen su riqueza gracias al ocultamiento de la verdad. Han construido su patrimonio a golpe de injusticias, explotación, corrupción y evasión, y por eso quieren volver a gobernar. Por eso el interés de regresar al gobierno lo más pronto posible. Para protegerse. Función que, ahora que no son gobierno, pagan a los medios de comunicación. Sí, los medios de comunicación son empresas privadas y sus clientes empresas privadas también. ¿A quién crees tú que protegen y defienden? ¿A los ciudadanos? ¡NO! Se defienden ellos. Se protegen y redactan la historia que habremos de tragarnos. La limpian, la depuran, la adecentan, la pintan con mentiras y terminamos olvidando. Siempre lo hacemos, más temprano que tarde y volvemos a creer una y otra vez en los lobos vestidos de oveja.
Los políticos se reciclan, se declaran independientes, se cambian de un partido a otro, levantan banderas y luego vuelven a su redil. Se les acusa de corrupción, pero no se les denuncia. Si se les denuncia se les absuelve por el sistema de justicia que los protege. Si se da el insólito caso que se les encarcela, solamente es para la fotografía, y rápidamente salen por la puerta trasera. Quedan en libertad y disfrutan de los millone$. Regresan y vuelven a ser políticos.
De cualquier manera, en esta era de la información y el conocimiento, pretendemos que nadie olvide. Porque ahora podemos abrir senderos en medio de los cuales informarnos, investigar y redactar la historia, la verdadera, y compartirla con todos y mostrar lo que los poderosos no quieren que sepamos: La verdad.
Así que estás invitado a nuestra hora, la hora de la verdad. Y te la vamos a contar. Toda esa compleja y prohibida verdad que no han querido revelarte.
Bienvenidos a nuestro sitio. Que la verdad sea para todos.
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