EL ORIGEN DE ARENA

EL ORIGEN DE ARENA

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La gran desgracia de este país fue ser gobernado durante cuatro periodos, 20 infames años, por el partido Arena, es decir el instrumento político de la oligarquía, la misma que utilizó por años al ejército y los cuerpos de seguridad para reprimir y mantener su dominio sobre la población.

Antes miembros de las llamadas 14 familias se turnaban en la presidencia de la república, con el paso de los años, concibieron “la feliz idea” de poner a militares o títeres civiles a gobernar, también les daban puestos en la administración pública, eran banqueros, economistas, bomberos, carteros, expertos en telecomunicaciones y más.

Por eso es que la sociedad salvadoreña estuvo militarizada por muchos años. Estos hombres de uniforme cumplían al pié de la letra las órdenes emanadas de la oligarquía y de la burguesía. Era, pues, la fuerza armada su aparato de represión.


Los burgueses aprenden rápido. Con el avance del capitalismo, reinvirtieron parte de su dinero obtenido en las haciendas ganaderas, en la venta de algodón y azúcar, en la naciente industrialización. Incursionaron fuertemente en la banca y en el comercio. Se unió el capital agrario con el financiero, surgieron los oligopolios y la gran burguesía.

Con el transcurrir de los años se aliaron con los consorcios internacionales, como eran amos absolutos del comercio importador y exportador, conocían las reglas del juego, los capitalistas son expertos en explotar y reconocer el valor de la mercancía, del dinero y la plusvalía. Marx bien lo explicó.

Era necesario aparentar cierta apertura, se inventaron una “democracia” al estilo salvadoreño. Surgieron partidos políticos, los tres poderes del Estado, se permitió el “libre juego de las ideas”, pero nada más en el campus universitario.

Los tres poderes: el financiero, el económico y el político estaba reservado para la oligarquía. De alguna manera también surgió el “cuarto poder”, representado en la prensa, una nueva maniobra para vender a la gente a las mercancías. El aparato ideológico para cualificar la dominación.

En los últimos años, el PRUD y el PCN fueron sus administradores del Estado, convertido en la gran hacienda de la oligarquía. Con el surgimiento de otros agrupamientos políticos, sobre todo los alineados a la izquierda del espectro, entendieron que había necesidad de modernizarse, los viejos esquemas se quedaban anclados en una especie de prehistoria.


Además el intento insurreccional de 1932, les había dejado lecciones muy claras. El capitalismo mundial también se enfrentaba con una doctrina y un sistema distinto. El triunfo de la revolución cubana a pocas millas del coloso imperial, era una llamada más de alerta que no podía ser tomado a la ligera.

En Nicaragua, Guatemala y El Salvador los agrupamientos iniciales de intelectuales de izquierda pasaron rápidamente a otras formas de lucha, ya los cuerpos represivos encontraban una respuesta adecuada a su forma violenta de proceder. El poder económico se sentía amenazado, el reformismo parecía ser una opción para contener tales movimientos.


El PCN ya no respondía a sus exigencias. Era necesario crear una alternativa distinta que combinara las distintas formas de lucha la “política legal” y la “guerra sucia”, aparentemente sin rostro, oculta en las catacumbas de la infamia, el terror, la tortura y la muerte.

El Frente Amplio Nacional, el FARO, grupúsculos de mujeres y otras agrupaciones, dieron forma inicial a los Escuadrones de la Muerte, organizados y estructurados por el tristemente asesino compulsivo Roberto D’ Abbuison. Estos, surgidos de las entrañas de los cuerpos policiales, emprendieron una guerra sucia contra las organizaciones sociales.

Se calcula que más de 50 mil salvadoreños fueron exterminados por los Escuadrones de la Muerte. De las cenizas, los huesos y los cadáveres de miles de víctimas inocentes surgió el partido Arena. No fue una escisión del PCN, simplemente algunos de sus fundadores se distanciaron para patrocinar una corriente derechista de extrema a su justa medida.

Arena es, pues, sangre y aliento de los Escuadrones de la Muerte. Los mismos que asesinaron a monseñor Oscar Arnulfo Romero y a más de 12 sacerdotes. Los que amparados en los toques de queda o en la Ley Marcial ponían bombas en emisoras progresistas, en las mismas instituciones gubernamentales que a su juicio conspiraban contra las aspiraciones de la oligarquía.

Dominación, explotación y odio, revanchismo, extremismo ideológico, avaricia y corrupción, son sinónimos del actual Arena. Norman Quijano y sus seguidores son la herencia macabra de los Escuadrones de la Muerte. La historia no se puede falsificar.

Que la verdad sea para todos.

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