En esta serie de comentarios que iniciaremos hoy, vamos a referirnos al último mandatario tricolor, al locutor Antonio Elías Saca González, quien se caracterizó por hacer promesas nunca cumplidas y mantener una millonaria campaña publicitaria para “dar a conocer sus logros” y por supuesto favorecer a sus emisoras con la tarifa publicitaria.
Al principio y al final de su mandato dijo: “Las mujeres no estarán solas”, se refería sin duda a las madres solteras, a las obreras y campesinas. Los que creyeron en sus palabras pensaron en grandes proyectos como centros de trabajo, talleres de oficios varios, instituciones de atención en salud mental y física y tantas posibilidades más.
Sin embargo, concluyó sus cinco años y las mujeres, al igual que las familias más vulnerables del país, siguieron en el abandono, sin trabajo, con deudas y sin recursos económicos para sostener la educación y la salud de sus hijos.
Lo que vimos en esos infames cinco años fue una corrupción galopante, como el fraude cometido por los inversionistas de Operaciones Bursátiles de Centro América (OBC). Un total de cuatrocientas personas estafadas por un monto superior a los seis millones de dólares. Hasta la fecha, los salvadoreños estafados todavía esperan que al menos les retribuyan parte del dinero perdido. El señor Saca, como ya es usual en su conducta, escabulló el bulto y nada más declaró que “las autoridades correspondientes están investigando para deducir responsabilidades”.
Un año más tarde, en 2005, se conoció de la adjudicación ilegal de medicamentos por parte del director del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS). El monto ascendió a 1.4 millones de dólares. El señor Saca González únicamente destituyó al funcionario. De los fondos defraudados nunca se dijo nada.
Un año después, en diciembre de 2006 se detectaron irregularidades en el Ministerio de Obras Públicas (MOP). La cantidad ascendía a 40.3 millones de dólares. Se mencionó una dudosa licitación para adquirir “modernos” semáforos para colocar en las avenidas y calles de San Salvador.
También los más de 24 millones de dólares invertidos en la tristemente célebre calle Diego de Holguín, cuyos trabajos nunca iniciaron; pero el dinero por supervisión, contrato y diseño fue supuestamente cancelado a las empresas constructoras. El gobierno actual encontró una deuda de 37 millones de dólares producto de juicios y sentencias condenatorias, cuyo monto ha tenido que ser pagado por los salvadoreños.
Y las graves anomalías encontradas en la carretera Panamericana, tramo San Martín-San Rafael Cedros. El gobierno de Saca “invirtió” 54 millones de dólares para su construcción, fondos que venían desde 2001. La totalidad de ese dinero se gastó y la carretera nunca se construyó.
Lo mismo ocurrió con la carretera a Santa Ana-Metapán-Angiatú. Millonarias cantidades “invertidas” en una calle cuarteada, destrozada e inservible. Y podíamos seguir citando fraudes y malversación de fondos en vías primarias y secundarias cuyos proyectos y diseños fueron pagados, pero las obras terminadas nunca se vieron.
¿Y qué decir de los 25 millones de dólares aprobados y entregados por el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) para la construcción del hospital de Maternidad? Esos fondos se evaporaron o se escabulleron en bolsillos de algunos funcionarios, pero jamás se explicó semejante fraude.
El mismo ex presidente Alfredo Cristiani (otra rata del mismo piñal) acusó a Saca González de haberse robado 240 millones de dólares al final de su mandato y pidió a la Fiscalía General de la República abrir un expediente e investigar a este señor que nuevamente intenta llegar a la presidencia de la república.
Que la verdad sea para todos.
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