LOS CÍNICOS SE LAMEN SUS HERIDAS

LOS CÍNICOS SE LAMEN SUS HERIDAS

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Los cínicos, corruptos, estafadores y mafiosos hablan de reactivar el agro en los próximos cinco años cuando en sus cuatro infames gobiernos abandonaron la agricultura y la ganadería propiciando un duro golpe a los productores de lácteos y a los campesinos dedicados a la siembra de cereales, frutas y hortalizas.

El entonces presidente de la república, Alfredo Cristiani declaró públicamente que era más rentable importar bienes y servicios que producirlos en el país. Y luego de esa “proclama” del padrino mafioso inició la debacle económica para las mayorías poblacionales y, desde luego, la bonanza para los miembros de la argolla dorada, la que actualmente se conoce como el G_20 en tanto aglutina a las familias más acomodadas y poderosas de la oligarquía salvadoreña.

Se importaron toneladas de maíz, frijol y arroz, lo mismo ocurrió con los lácteos, la carne, las frutas y las legumbres, de ser totalmente productores y abastecer el mercado nacional, pasamos simplemente a ser dependientes y sometidos a los dictados del mercado, a la ley de la oferta y la demanda, a la imposición de precios (la libra de frijol en el gobierno de Flores Pérez y Saca llegó a costar $1,45.oo), a los caprichos del libre mercado.


La agricultura y la ganadería decayeron, se fueron a la quiebra muchas cooperativas y los medianos y pequeños productores decidieron vender sus tierras a los mafiosos y a las empresas constructoras de viviendas. El narcotráfico encontró tierra fértil para hacer sus negocios en complicidad con los funcionarios areneros de ese periodo. La DEA documentó que en los cuatro gobiernos de Arena circulaban no menos de 600 toneladas anuales de cocaína por el territorio nacional con destino a los Estados Unidos.

Es decir, el abandono de la agricultura y de la ganadería hizo florecer el narcotráfico, el contrabando y la evasión de impuestos. Surgieron otro tipo de negocios como la proliferación de molinos y las fábricas de harina. El polvo blanco de la cocaína fácilmente se confunde con esa materia prima para hacer pan y otra clase de alimentos. Los corruptos y mafiosos saben manejar y consolidar sus negocios sucios.


Eso no es todo, al abandonarse la agricultura aumentó el desempleo y la migración hacia los Estados Unidos. Creció el crimen organizado, aumentaron las pandillas y las maras. El narcotráfico necesita de esta “mano de trabajo”, el sicariato se nutre de la delincuencia. Altos dirigentes del partido Arena, fundado por los patrocinadores de los Escuadrones de la Muerte, han sido señalados como parte de esa red tenebrosa que corrompe y debilita los cimientos de la democracia.

El venir ahora a hablar de reactivar la agricultura, apoyar a las familias más vulnerables, cantar o gritar alegremente de símbolos patrios, de monumentos o de “recuperar” los parques y plazas para la diversión de las familias, es burlarse de la inteligencia y dignidad de los salvadoreños, los cínicos lo pueden hacer porque su norma y costumbre es mentir, denigrar y prometer, mientras por la espalda asestan la puñalada trapera a los más humildes de este país.


Un gobierno de Arena no puede apoyar a los pequeños productores del campo y de la ciudad porque no es su característica ni su naturaleza; tampoco puede hablar con sinceridad de programas sociales o subsidios al transporte, el agua o la energía eléctrica, porque no es su negocio en cuanto hablan de libre mercado, de la oferta y la demanda y de no permitir al Estado intervenir en negocios ni mucho menos regular precios o corregir las injusticias de la tributación.

Dos simples ejemplos ilustran lo dicho: abandonaron el agro y desestimularon la ganadería para favorecer a los grandes importadores de leche, precisamente el gobierno de Saca que entregaba un vaso de leche a unos cuantos escolares de ciertos municipios del país, lo hacían con esa leche en polvo y no con la producida por los pocos ganaderos, tal como hace actualmente el Ministerio de Educación.


En segundo lugar, intentaron privatizar la salud, el transporte público y el agua para favorecer a grandes empresas nacionales e internacionales, tal como en su momento lo hicieron con la telefonía, la distribución de energía eléctrica y las pensiones. Los TLC firmados en el periodo del mafioso y corrupto Francisco Flores Pérez, más la imposición de la dolarización dieron el golpe de gracia a la precaria economía de las mayorías poblacionales.

¿Cómo entonces creerle al tullido de Quijano y a su asesor mafioso Francisco Flores Pérez? Los salvadoreños no pueden tropezar una vez más con esa pesada piedra que por 20 años impidieron todas sus aspiraciones por tener educación y salud gratuitas, trabajo y dinero en los bolsillos. Los mafiosos areneros quieren “recuperar” el gobierno para continuar con sus prácticas corruptas, para favorecer a las mismas familias de siempre, para hipotecar o privatizar los últimos bienes del pueblo salvadoreño.

Que la verdad sea para todos.

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