Los jóvenes menores de 20 años no habían nacido y los mayorcitos quizás no recuerdan cuando el asesino “patológico” Roberto D’Aubuisson, aparecía una noche en un programa de televisión amenazando y señalando de comunistas a determinadas personas: sacerdotes, obreros, estudiantes, políticos, profesionales, técnicos, cooperativas, quien se le ocurriera, y a la mañana siguiente aparecían asesinados tirados en cualquier calle o rincón del país.
Era la señal, la consigna, para que actuaran los escuadrones de la muerte o grupos irregulares al margen de la ley, como posteriormente fueron conocidos o bautizados por los miembros de la Comisión de la Verdad. Miles de esos crímenes permanecen en la impunidad, sus familiares no han sido favorecidos siquiera con el perdón de los victimarios, ni mucho menos resarcidos económicamente.
Por eso resulta cínico e hipócrita que los actuales herederos de tan aborrecible pasado vengan ahora a rasgarse las vestiduras, publiquen fotos añejas para supuestamente vincular a sus rivales (para ellos enemigos) con jefes guerrilleros de otros países, además hace años fallecidos o caídos en combate en defensa de sus ideales.
El FMLN insurgente, desde luego, tuvo acuerdos, contactos y colaboraciones de movimientos revolucionarios de otros países, era una forma de sostener su lucha, captar fondos, armas y municiones; de la misma manera procedió el gobierno al contar con la ayuda de los Estados Unidos: armas, equipos, helicópteros, aviones, tanquetas, municiones y un millón y medio de dólares en efectivo diarios, llegaban al país. ¿Cuál entonces el misterio de las relaciones de unos y otros?
El FAN, el FARO, La Cruzada pro Paz y Trabajo y otros grupos de fachada de la oligarquía, todas esas organizaciones fantasmas precursoras de Arena, trajeron al país a terroristas internacionales como Luis Posada Carriles, Orlando Bosch, Félix Rodríguez y tantos más para asesorarlos en la creación de Escuadrones de la Muerte y cantidad de “brigadas” o “grupos de choque” para eliminar a miles de salvadoreños de todos los signos ideológicos y posiciones políticas. Es una tarea todavía pendiente de investigación de la Fiscalía General de la República.
Los dirigentes de Arena se fríen en el mismo aceite de la inmundicia, la podredumbre y la miseria humana. En un escenario político real deberían confrontar ideas y programas, debatir de cara a la población, ofrecer soluciones prácticas y concretas para generar puestos de trabajo, promover la inversión y la seguridad de la población.
Con sus políticas excluyentes, fueron en sus cuatro gobiernos los causantes directos de la desintegración familiar, pues deliberadamente no generaron fuentes de trabajo para obligar a miles de salvadoreños a emigrar hacia los Estados Unidos y otros países, en busca de mejores condiciones de vida. De paso, hundieron la economía al imponer la dolarización, firmar los Tratados de Libre Comercio (TLC) y abandonar la agricultura. Los grandes favorecidos fueron los miembros de la “argolla dorada”, mientras las mayorías poblacionales languidecían en la pobreza extrema.
Además de dardos envenenados, trampas caza bobos, son cortinas de humo para tapar toda su inmundicia, la corrupción y los grandes delitos contra el Estado y los mismos contribuyentes cometidos por los funcionarios de sus cuatro gobiernos. Sobre todo, en momentos cuando en el banquillo de los acusados está el padrino de la oligarquía, es decir Guillermo Sol Bang y el ex presidente Francisco Flores Pérez, quien debe explicar al pueblo salvadoreño dónde están los $10 millones donados por el gobierno de Taiwán.
No es una broma, ni una cortina de humo, se trata de un hecho real, pues hasta el mismo Departamento del Tesoro de Estados Unidos, ha pedido a la Fiscalía General de la República, investigar el destino final de dicho dinero. El Reporte de Operaciones Sospechosas (ROS), indica que tres cheques a nombre de Francisco Flores Pérez, fueron enviados al Banco Cuscatlán, en San José, Costa Rica, luego endosados por Flores Pérez y girados al Banco Internacional de Miami. De aquí esos $10 millones se mandaron a un banco en el paraíso fiscal de Las Bahamas.
Este extraño movimiento, los cruces de transacciones bancarias, el lavado de dinero, es lo que está en juego. Los dirigentes de Arena no tienen excusa ni perdón alguno, pueden seguir ladrando, escupiendo al cielo y tirando inmundicias con calcetines al aire; pero esas sucias maniobras no constituyen pruebas de descargo ni encontrarán eco en las autoridades judiciales, mucho menos en la sabiduría popular.
Los escuadroneros están fritos, pues la población ya dictó sentencia: jamás volverán a ocupar espacios en el gobierno para seguir con sus leperadas, con el robo descarado de los bienes del pueblo. La misma agua no pasa dos veces bajo el puente.
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