Nos referimos al señor Neto Rivas, quien en su blog pretende enmendarle la plana al gobierno, a la Fiscalía General de la República y a la Corte de Cuentas, actualmente investigando los múltiples casos de corrupción cometidos por altos ex funcionarios de Arena, incluyendo al tristemente célebre Flores Pérez.
Neto Rivas es un descendiente, nieto directo, de un pirata inglés de apellido Gallont quien encalló con su barco en las costas salvadoreñas. Si ustedes han escuchado el dicho: las ratas son las primeras en abandonar el barco a punto de zozobrar, pues ya tienen una idea exacta de la clase de persona a la que nos referimos, porque a estas alturas tratar de defender como placera (con perdón de las abnegadas vendedoras de plazas públicas) a implicados en graves delitos, perseguidos penalmente, es como arar en el mar.
Es además una especie de plañidera, llorando y rogando a las autoridades judiciales y administrativas no aplicar la justicia en contra de corruptos, evasores de impuestos y contrabandistas. La mayoría de salvadoreños entrevistados por los programas de opinión coinciden en apoyar a los organismos correspondientes para investigar hasta las últimas consecuencias a los implicados en delitos contra el Estado, pero el señor Rivas se arrima a los delincuentes y oficiosamente trata de tapar el sol con el ojo tuerto del pirata.
En todo caso, los antecedentes de don Neto lo vuelven candidato al Óscar de la mentira y el desenfado: cuando en 1981 fungió como embajador de El Salvador en Estados Unidos, ocultó toda clase de información relacionada con la masacre de más de 1000 personas, mujeres, niños y ancianos, ocurrida en el caserío El Mozote. Es decir, conspiró contra la humanidad y la sensibilidad humana, pues continuó en ese tortuoso camino de esconder la verdad y la aspiración de justicia del pueblo salvadoreño.
El defender o ponerse al lado en el presente de los delincuentes de cuello blanco, lo retratan de pies a cabeza, lo vuelven cómplice o reo por confesión propia, pues sus articulillos atacan a fiscales, auditores de la Corte de Cuentas y hasta al mismo presidente de la República, quien ha sido llevado al Ejecutivo para velar por los intereses del pueblo salvadoreño. No se trata de centavitos o migajas las desviadas y ocultadas, son millones de dólares estafados, malversados o sencillamente robadas a la hacienda pública o es decir, dineros de los contribuyentes, por esos “angelitos” mal defendidos por el señor Neto Rivas y otros testaferros de la misma calaña.
Los genes del señor Rivas lo condenan, sus antepasados asolaron los mares, asaltaron y robaron a buques mercantes, eso está plenamente comprobado y certificado en el Archivo de Indias, por generaciones se transmiten las costumbres o al menos esa “inquietud” o “espinita” por defender y ponerse al lado de los mafiosos, de los modernos piratas y bucaneros, asaltando a plena luz del día.
Los areneros pertenecen a esa especial raza de víboras, hechos para administrar y apoderarse de bienes ajenos. El señor Neto Rivas, debe meditar mejor las cosas, estudiar a fondo los expedientes y ponerse al lado de la justicia, no como los piratas siempre al lado de la cruz de huesos, con parches en un ojo para no mirar la realidad completa o con un loro en el hombro para repetir y replicar las calumnias y maldades de los hombres hechos con el barro de la peor calaña.
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