LA FURIOSA ARREMETIDA DE LA OLIGARQUÍA

LA FURIOSA ARREMETIDA DE LA OLIGARQUÍA

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El FMLN obtuvo una victoria resonante en las pasadas elecciones presidenciales, no por el porcentaje (50.11% o sea 1, 494,144 votos, contra el 49.89%, 1, 487,510 votos de Arena), sino por haber derrotado a toda la derecha política y económica del país.
La oligarquía tiene cinco años de sufrimiento, pues al actual gobierno no fue impuesto por ella y por lo mismo no goza de su simpatía y apoyo. Aquí por más de 180 años, casi dos siglos, han administrado directa o indirectamente las cosas del Estado y han dispuesto a su antojo, no le gusta pagar impuestos ni aceptan competencias de ninguna índole.


El no contar con sus representantes en los Órganos del Estado, sobre todo en el Ejecutivo, es una catástrofe y una desgracia para ellos, todos sus negocios nacionales e internacionales, sus inversiones y transacciones comerciales están fiscalizadas y no pueden actuar con impunidad como han estado acostumbrados a hacerlo.
Por eso invirtieron millones de dólares, supervisaron y dirigieron la estrategia de campaña en la segunda vuelta cuando el partido Arena, sumó unos 450 mil votos a los obtenidos en la primera ronda electoral. La oligarquía puso toda la carne al asador, se involucraron directamente, de fantasmas pasaron a asustados.
La furiosa reacción y arremetida de Arena luego de conocerse los resultados preliminares del Tribunal Supremo Electoral (TSE) obedece a esa derrota infligida en las urnas electorales por una fuerza democrática y progresista, apoyada por sectores importantes de la sociedad salvadoreña, entre ellos, destacados empresarios.


Los pretextos sobran para hablar de fraude, errores técnicos y parcialidad del TSE. El “dicen que…” se ha vuelto una muletilla, pues hasta ahora no han aportado ninguna prueba sólida de las acusaciones que hacen contra el FMLN y el máximo tribunal en materia electoral. Como bien dicen los salvadoreños “son patadas de ahogado”.
En las pasadas elecciones Arena sacó Documentos de Identidad Personal a ciudadanos nicaragüenses y hondureños, se estima que no menos de 80 mil personas no salvadoreñas emitieron el voto a favor del candidato Rodrigo Ávila. A pesar de semejante fraude o irregularidad no pudieron ganar las elecciones.
Los dirigentes de Arena son herederos de las viejas mañas del PCN, expertos en fraudes, por eso hablan con seguridad de dobles documentos de identidad, de votar dos o más veces en distintos centros, de la famosa rueda de caballitos o de privilegiar los votos nulos e impugnados. Como bien dice la conseja popular el que la usa se las imagina.


La oligarquía, ahora el g-20, debe aceptar las reglas del juego, las mismas aprobadas por ellos, pues sus abogados han revisado detenidamente la Constitución y las leyes secundarias de la república. El Código Electoral es claro al mandatar que en la primera vuelta se gana con el 50% más un voto.
En la segunda vuelta triunfa el partido que obtiene mayoría de votos. Los dos partidos en contienda tuvieron cuatro representantes en cada junta receptora, contaron los votos y firmaron las actas al terminar el escrutinio. Los dirigentes de Arena al constatar en sus copias de actas que habían perdido por escaso margen, tomaron el camino de las protestas y la violencia.
Los mismos dirigentes han declarado extraoficialmente que “algo” tenía que hacer para justificarse ante sus bases, el mismo candidato perdedor, una persona sin escrúpulos, autoritario, acostumbrado a imponer su ley, sabe que nunca más tendrá oportunidad de llegar a la presidencia y por eso encabeza los disturbios y los actos desestabilizadores contra las instituciones.


La derecha extrema y la oligarquía deben aceptar el fallo de la historia, si de verdad son salvadoreños y quieren lo mejor para el país, deben replegarse, dedicarse a sus tareas y permitir que las autoridades legalmente elegidas asuman sus funciones y encarrilen a la patria por el sendero del progreso, la felicidad, la paz y la justicia social.

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