LOS BUFONES DE ARENA

LOS BUFONES DE ARENA

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Aparecían en las fiestas de los pueblos, en los circos y en las cortes de los Reyes servían para entretener a los monarcas, a los príncipes y hasta los cortesanos, eran los payasos, es decir los serviles que hacían reír a otros. En la política doméstica hay muchos, pero sobre todo ubicados en el partido Arena.

Pensamos que en el remedo de congreso (terminó siendo un congresillo para entretener a los asistentes) se haría una limpia total, una depuración, como esa acostumbrada por nuestros antepasados para iniciar una nueva era, el tiempo de la siembra, las cosechas y la cacería. El humo y el fuego alejan los malos espíritus y dan paso al bien para cimentar las emociones y desterrar las pasiones.

Pero no, ni siquiera expulsaron al corrupto y mafioso Francisco Flores Pérez, a pesar de ser el chivo de la fiesta, a quien responsabilizan de su derrota electoral. ¡Ver para creer! No hicieron un ejercicio auténtico de autocrítica, ni voltearon a sus raíces, al pasado para revisar los expedientes de la corrupción, de esa inmundicia que ha salpicado a tirios y troyanos. Sus revisiones son superficiales, como el alcanfor o el mentol sobre el pecho para aliviar la tos persistente.

Los bufones siguen en la brega, periódicamente los invitan a las entrevistas de supuestos programas de debate en la televisión para hacer sus particulares evaluaciones, sus mordaces críticas y ataques al gobierno, no los pasa la calentura y hasta el día de hoy siguen hablando de fraude, de complicidad del Tribunal supremo Electoral y de reos sacados de los penales para emitir su voto.

Esas mentes calenturientas tienen nombre y apellido, los más sobresalientes son Ernesto Muyshondt, Roberto D'Aubuisson, Margarita Escobar, la viuda negra y otros especímenes de la fauna arenera. Han retirado a algunos gallos chingueros, pero todavía mantienen a los más gritones, a los “jodiones” para mantener entretenida a la clientela. ¡Son los bufones de las fiestas y del Coena!


No necesitan argumentos, estadísticas ni cuadros de comparación, ¡nada! Están hechos para la mofa, el enfado, el escarnio y la burla. Son muchas las voces en esa cueva de pícaros que exigen su renuncia de puestos de dirección; pero tienen sus defensores de oficio, como el diputado Valdés quien tampoco presta ganas para unirse al coro de los bufones, al menos este se respalda y se defiende por sí solo.

En esa calle de la amargura seguirán, aferrándose a sus puestos y a su torpeza política, no entienden ni aceptan razonamiento alguno, se relamen sus heridas y hacen nostalgia de sus enclaves coloniales y de sus feudos, desde luego todavía hay muchos esclavistas terratenientes, nada más que han dosificado sus posturas de explotadores, no por nada cambian los tiempos y los siervos se revelan ante sus señores feudales.

En las pasadas elecciones volvieron a sus andadas, amenazando y despidiendo a sus empleados, comprando votos y asustando con el petate del muerto. Inflaron las urnas, pero el verdadero resultado debe verse a partir de la primera vuelta, cuando no hubo burro amarrado contra tigre suelto; pero seguirán con su nostalgia, con “aquellos tiempos fueron mejores”, al menos mientras les dure el dulce.

Los errores se comparten, lo mismo los empachos, continúen en ese mismo bregar, griten a los cuatro vientos (tal como lo hacen sus bufones) sobre la modernización de su partido, la defensa de la democracia y las libertades, la apertura a nuevos tiempos. Se lo creerán ustedes y su familia, no pretendan llevar ese engaño y demagogia a sus militantes, al menos deben tener un mínimo de pudor y respetar a tantos salvadoreños que todavía creen en pajaritos preñados.


La única forma de aspirar a gobernar nuevamente este país es fundando otro partido, alejándose de las malas compañías, un tanto difícil pues son la mayoría, o quizás uniéndose a Unidad y otras expresiones políticas de la derecha que al menos en el papel han mostrado madurez y sentido de la responsabilidad. La verdad la cuestión está cuesta arriba, se terminan las opciones y los pueblos van en pos de verdaderas democracias y no las construidas de arriba hacia abajo, sino al revés. En este escenario no hay espacio para mentes calenturientas, ni mucho menos para bufones y gestores del odio y la venganza.

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