Los fascistas piensan que generando un clima de violencia, creando terror, provocando dudas y dando la impresión de un Estado fallido, las delegaciones internacionales desistan de asistir a los actos de la toma de posesión del nuevo gobierno, y que en el pueblo cunda el temor y que las personas se encierren en sus hogares.
Sus primeros objetivos los han logrado porque la prensa “independiente” comparte la agenda y transmiten hechos, circunstancias y rumores. Los “analistas” hablan de un posible Estado fallido, del incremento desproporcionado de la delincuencia, de zozobra y de una situación incierta “a pocos días de darse el traspaso presidencial”.
Son mentes perversas, cobardes anónimos, psicópatas, amargados y resentidos todos estos provocadores. Pasan rumiando su odio desde las catacumbas, como en su momento lo hicieron contra el obispo mártir, contra todos los patriotas y luchadores por la dignidad y la justicia social. No son estos “momentos cruciales”, son simplemente etapas creadas por los sinvergüenzas, por esbirros a sueldo, pero una vez más los salvadoreños saldrán adelante y caminarán por las anchas alamedas de reivindicación y libertad.
Los que proclaman respeto a las libertades públicas, al Estado de Derecho y a la democracia, son unos cínicos e hipócritas. No conocen de lealtad, ni de moral, mucho menos de gobernabilidad e institucionalidad. Lo que estamos viendo es apenas la punta de una vorágine para los próximos cinco años, pues su gran temor no es a la profundización de los programas sociales o a los subsidios, sino a un proyecto político de largo alcance.
El enemigo “irreconciliable” de la oligarquía se apresta a asumir su segundo mandato, y lo hará con sus propias reglas, su estilo y dignidad; desde luego, privilegiando el diálogo y la concertación, Pero como ya ocurrió en el pasado inmediato, los fascistas acudirán a las mesas o al Consejo Económico Social (CES), los primeros días; pero luego se retirarán alegando falta de voluntad política e imposición en las agendas.
El Acuerdo de Paz creó el CES para buscar entendimientos entre los empresarios, trabajadores y gobierno; pero nunca se cumplió porque los unos están acostumbrados a imponer sus decisiones y a que se cumplan sus órdenes. Son soberbios y autoritarios, y todos ustedes lo pueden apreciar todos los días en las fábricas, en las empresas, en los comercios, y en donde sea que esté un oligarca o un político testaferro.
Arena es el instrumento político de esa clase económicamente poderosa, obedecen sus lineamientos y luchan hasta sus límites en el seno de la Asamblea Legislativa para no aprobar leyes que medianamente favorezcan a la población. Ahora que por cinco años más no estarán en el Ejecutivo buscan torpedear desde un inicio los primeros pasos de la criatura, nacida y criada desde la izquierda.
Todos sus actos están “fríamente calculados”, como decía el Chapulín Colorado. No proceden ni hacen nada sin recibir órdenes y lineamientos desde las cumbres del poder. Para ellos ell FMLN no es un partido amigo, como tampoco lo es el presidente Salvador Sánchez Cerén. Les duele profundamente la nueva composición del poder político, ya que se terminaron sus años de luna de miel y les molesta reunirse en la misma mesa con “esta clase de personas”, para repetir la frase de un empresario textilero.
Así será por los próximos cinco años; pero la experiencia adquirida por la izquierda en su bregar en el primer gobierno, más sus años de lucha política y militar, le permitirán salir a flote y derrotar una a una las posiciones intransigentes de una oligarquía cavernícola. La historia apenas comienza a escribirse, sus renglones podrán ser rectos o torcidos; pero dependerá del apoyo de la población para encontrar el sendero correcto y el puerto seguro de la esperanza, el progreso y la justicia social.
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