LOS TESTAFERROS SE LAMEN LAS HERIDAS

LOS TESTAFERROS SE LAMEN LAS HERIDAS

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Los ciega el odio y la venganza, han llegado tarde al nuevo siglo y a las innovaciones científicas y tecnológicas. Así como la oligarquía de este país es la más primitiva y retardataria de América Latina, sus testaferros como Ernesto Muyshondt, Roberto d'Aubuisson, Donato Vaquerano, Ernesto Angulo y paremos de contar, se han quedado morando en las cavernas y teniendo pesadillas sobre el Socialismo del Siglo XXI y el comunismo.

No entienden de razones, argumentos y debate de ideas. Nada más se atrincheran en las malcriadeces, en las ofensas, las calumnias y las mentiras. Sus opositores políticos son enemigos, jamás adversarios. Lo hemos comprobado en todas las campañas electorales cuando de la publicidad y la propaganda pasan a escenarios peligrosos, recordando las viejas épocas cuando fundaron la Cruzada Pro Paz y Trabajo, el FARO y por supuesto los Escuadrones de la Muerte.


Del diente al labio aceptaron a regañadientes la victoria electoral del FMLN; pero no sin antes regar veneno por todos lados, impugnando y rechazando los resultados, haciendo llamados a la fuerza armada para reeditar los golpes de Estado del pasado. Sus amaños y fraudes abiertos, como la compra de voluntades y amenazas a los empleados para votar por Arena, no les dieron resultado porque la voluntad popular les ha dicho ¡basta!

El ex presidente Mauricio Funes es ahora su enemigo jurado. No le perdonan haber recobrado la dignidad para este pueblo, denunciar la vergonzosa corrupción cometida por los cuatro gobiernos areneros; pero, sobre todo, no pedirle permiso a la rancia oligarquía para administrar el Estado, con el primer gobierno del FMLN se terminaron los privilegios, las licitaciones amañadas, los negocios turbios de la “gran empresa privada”, con los distintos ministerios e instituciones autónomas.


Los testaferros eran los intermediarios, los que siempre han recibido prebendas por hacerle los mandados a la oligarquía, aprobar leyes y decretos a su medida, aceptar los recomendados para ubicarlos en puestos estratégicos desde donde podían vigilar y estar pendientes de las licitaciones y negocios promovidos desde el gobierno. Aquí por largos años los hijos de los burgueses “trabajaron” en instituciones del Estado no como una contribución al pueblo, sino para “aprender a hacer negocios”, hacer recomendaciones y buscar a sus colaboradores.

Roberto d'Aubuisson y Ernesto Muyshondt no llegan a tanto, son simples testaferros, los “gallos chingueros” de Arena, los que hacen el trabajo sucio, agreden y calumnian. Son también los tontos útiles y los bufones de la fiesta, y cuando ya no le sirvan a la oligarquía les pegarán una patada donde más duele y se retirarán a sus viejos feudos para apaciguar calenturas ajenas. Los viejos tiempos han quedado en el olvido; pero se resisten a ingresar a la nueva era de los cambios y las transformaciones.

Sus pesadillas no los dejan en paz y hasta la figura del gran estadista venezolano Hugo Rafael Chávez, les quita el sueño y lo recuerdan cada vez que los sectores populares gritan consignas y les traen a su desteñida memoria los reiterados triunfos de la izquierda latinoamericana. Y así seguirán por muchos años, mientras exista pobreza, inequidad e injusticia social. “No volverán”, les dicen a cada momento y es como un clavo ardiente penetrando en carne fresca.

No son los buenos consejos, ni los llamados a la unidad, la fraternidad y la paz, los que harán entrar en razón a toda esta raza de víboras. Serán las acciones y la mayor participación del pueblo organizado en todas y cada una de las actividades del gobierno, las que al final cantarán victoria y sellarán el destino de un pueblo que ha aprendido en las luchas diarias el sentido de la dignidad y la justicia.

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